A PROPÓSITO DE MARTÍN Y LULÚALVARO VECINO PICO

Martín y Lulú son un par de mascotas. El es un macho, de raza Samoyedo, comprado en una veterinaria, con pedigrí y alimentado desde pequeño con concentrado de la más refinada marca. Lulú en cambio, es una perra sin raza, en el decir popular es criolla. La recogí muy cachorra de una bolsa de basura en la calle; sus primeros años comía sobras de comida, ahora ya come alimento concentrado. Al fin de cuentas ambos son perros y los trato igual.

Los perros son una buena compañía y el pretexto para salir a caminar todos los días. No soy de esos amos que humanizan a sus mascotas; es decir no les hablo como si pretendiera un entendimiento con ellos, se que son animales y que tienen un comportamiento que se puede condicionar o amaestrar para que obedezcan las ordenes de su amo. Pues bien, como un ciudadano consciente de que la mejor convivencia empieza por asumir nuestra responsabilidad social como vecinos, siempre me aprovisiono de bolsas para recoger los desechos de los perros, práctica que deberían seguir muchos dueños de mascotas, pero ¿por qué no lo hacen? Quizá porque no están educados en convivencia ciudadana o quizá porque no tienen sentido de pertenencia con el barrio y la ciudad o porque así manifiestan el desprecio hacia sus vecinos o quizá porque les da pereza caminar largos trayectos con el popó del perro en sus manos.

Personalmente no me molesta recoger los desechos de mis perros, me molesta más no encontrar un lugar donde botarlos. En mi barrio, la floresta, hay que caminar cuadras y cuadras y no se encuentran canecas de basura, solo hay una al frente del CAI de terrazas, si no se alcanza a llegar a allí hay que deambular por todo el barrio con la bolsita en las manos hasta llegar a casa.

Por esta razón no le encuentro sentido a que de manera permanente los funcionarios y autoridades municipales amenacen diariamente con multas y sanciones a quienes no cumplan con protocolos de limpieza, cuidado ambiental y cumplimiento de normas, pues se entiende que es imposible exigir educación ciudadana si las personas no cuentan con los elementos mínimos para ello.

Por eso antes de imponer multas y sanciones, y ante la evidente ausencia de una política de cultura ciudadana, la administración municipal debería comenzar por dotar a la ciudad de suficiente mobiliario urbano acorde a nuestras demandas: pintar cebras, arreglar los puentes peatonales, instalar banquetas en los parques, paraderos de buses, colocar canecas para la basura y después si, realizar campañas educativas acordes a la necesidades y cultura locales.

Como sé que esto no sucederá en esta administración, seguiré paseando con Martín y Lulú, teniendo cuidado de no pisar el popó de perro que otros dueños no recogen y llevando en mi mano las bolsitas que me recuerdan que la llamada cultura ciudadana no es un embeleco de gente desocupada, sino el pilar de la buena convivencia.

¿BURROS?¡

No sea burro!, ¡está en rojo!, ¡cruce por la cebra! Estas son algunas de las expresiones que varios actores les decían ayer a todos los peatones que irrespetaron las normas viales en el centro. Todo hizo parte de una campaña de sensibilización, promovida por la Secretaría de Desarrollo Social, en colaboración con el Instituto Municipal de Cultura. (Noticia publicada en un diario local el pasado 8 de julio en la sección de Bucaramanga)

Dado el alto grado de indignación que me produce esta noticia escribo este artículo esperando que el alcalde de Bucaramanga y sus funcionarios rectifiquen el camino y sobre todo se disculpen con los ciudadanos que necesitan educación - no insultos.

Desde mediados de la década de los 80 del siglo pasado, las reflexiones en el ámbito educativo cuestionaron aquel modelo pedagógico conductista, centrado en la figura del maestro y el poder de la enseñanza. Según ese modelo educativo el profesor (poseedor de la verdad) enseñaba a sus a sus alumnos una pila de conocimientos mediante un método probado científicamente según el cual, en condiciones normales, el alumno debía aprender si no lo hacia sencillamente se le declaraba como bruto y, para mofa de todos, se le paraba en un rincón con orejas de Burro.

Por fortuna eso quedo en el pasado y la pedagogía ha centrado la mirada en el estudiante como sujeto inteligente y comunicativo, capaz de construir aprendizajes según sus propios pre-saberes y mediante procesos de mediación y acompañamiento de un nuevo maestro. Este giro en la acción pedagógica ha servido de inspiración para los procesos de la llamada educación popular y la educación de adultos: la Andragogía.

De otro lado, hay que recordar que la mayoría de nuestros centros urbanos se han formado mediante procesos migratorios de gran escala del campo a la ciudad, especialmente por la violencia armada de los años cincuenta y posteriormente por efecto del desplazamiento forzado. Esto significa que nuestras ciudades no solo han crecido de manera acelerada y con poca planeación, sino que en su propio ritmo los ciudadanos han visto surgir edificios y avenidas pero poco se les ha ayudado a aprender a convivir con ese entorno, por esta razón antes de descalificar a alguien por ignorar una norma o no saber interpretar los símbolos de la ciudad, hay que ayudarle a aprender la norma, eso se conoce con el nombre de socialización, es decir “ el proceso mediante el cual los individuos pertenecientes a una sociedad o cultura aprenden e interiorizan un conjunto de normas, valores y formas de percibir la realidad, que los dotan de las capacidades necesarias para desempeñarse satisfactoriamente en la interacción social. El individuo no nace miembro de una sociedad, sino que es inducido a participar en ella a través de la internalización de sus normas.

”Entonces pregunto ¿Será que el conocimiento de nuestra realidad y los avances en la reflexión pedagógica no están al alcance de quienes diseñaron y aprobaron ese proyecto de “cultura ciudadana” o es que simplemente son Burros?

Adendo: Bucaramanga no requiere ser una ciudad bonita solo por el bicentenario, ese debe ser su estado permanente.

COLOR ESPERANZA

ALVARO VECINO PICO
alvaro.vecino@gmail.com

Durante los años en que he estado vinculado a procesos de formación ciudadana, promoviendo la participación, la convivencia y el control social a la gestión pública, me queda claro que todos los ciudadanos quieren que los recursos públicos se inviertan de manera eficiente y transparente en las obras y programas que son para su beneficio; pero también queda claro que la mayoría acepta, con resignación, que en el proceso de contratación siempre hay una “mordida” para algún funcionario o el intermediario que hizo posible el contrato.

La tolerancia o indiferencia con la corrupción ha sido una constante en la cultura política de los colombianos, pues pareciera que esto es un mal que tiene contaminado toda la estructura social, que se ha desbordado del ámbito de lo público hacia sectores de la economía privada y las relaciones sociales en general, expresado en lo que llaman la ‘cultura del atajo’.

En este panorama la lucha contra la corrupción ha sido un esfuerzo infructuoso, un caballo de batalla que ‘no vende’, una situación que hay que ‘dejar así’. Por esta razón muchos ciudadanos y especialmente los jóvenes no creen en la Política a la que consideran un escenario de negociaciones oscuras y a los políticos como mercaderes de puestos y contratos.

Sin embargo, la puesta en escena de una propuesta basada en la legalidad y la idea de que los recursos públicos son sagrados, ha sido un llamado a la puerta de la sensatez, una invitación a la reflexión sobre una forma de hacer política de manera franca, directa y sin maquinarias, que en pocos días ha crecido de manera exponencial.

Hoy, la idea de un gobierno eficiente, que dé garantías de transparencia en la contratación pública y de rectitud en el comportamiento de sus funcionarios, ha despertado la ilusión de millones de jóvenes y el inconformismo de los mayores quienes durante toda su vida han sido engañados y defraudados en cada proceso electoral.

Hoy Colombia reverdece, nuevos pastos crecen en el jardín de la política y el ciudadano empoderado hará las veces de jardinero: cortando la maleza para que surja la nueva flor.

POR LA EQUIDAD

Publicado en El Tiempo

La noticia sobre un empresario que asesinó a su esposa por "celos" puso nuevamente en el panorama noticioso esta triste realidad de la violencia contra las mujeres. Un hecho común, pero invisible, que solo sale a luz pública de cuando en cuando, especialmente cuando la víctima es una mujer de los llamados estratos altos de la sociedad. Sin embargo, este es el pan de cada día de millones de mujeres en la geografía nacional.

¿Qué hacer para superar esta forma de violencia que de manera anónima nos empobrece, frena nuestro desarrollo como seres humanos y deja en evidencia a los hombres como seres de una especie primitiva, incapaces de desarrollar acciones o de hacer uso del lenguaje (pues en ambos casos se necesita la razón), y que solo tienen comportamientos (reacciones a algún estímulo interno o externo) en función de los instintos más primitivos, que son aprovechados por los abogados para demostrar algún tipo de desorden mental (en parte cierto)? Sin embargo, esta no debe ser una disculpa para no aplicarles la ley sino, por el contario, debe ser el principal argumento; pues lo que la ley debe sancionarles a estos individuos es su incapacidad de hacer uso de la inteligencia, de la cual la naturaleza los ha dotado.

Durante mucho tiempo se pensó que lo humano era simplemente la subordinación de las emociones al imperio de la razón (y específicamente de una racionalidad técnica-instrumental), lo que en la perspectiva del machismo se tradujo en la demostración de la fuerza y la supresión de emociones y sentimientos; lo que tradujo esta situación a que, en su trato con la mujer, el hombre estableciera una relación de poder donde él se quedaba con el rol de sujeto dominante. Además, la cultura y el sistema económico contribuyeron a fortalecer estos modelos al exaltar la figura masculina como gran proveedor del hogar, padre ausente y castigador, bastión del sistema económico social; y a la mujer, como apéndice del hombre, primera en la escala de subordinados.

Por fortuna, las cosas han ido cambiado, poco a poco, las mujeres ganan espacio en muchas esferas, otrora exclusivas para el género masculino (sabemos que la estructura social es un producto de la cultura, no de la naturaleza). Pero la desigualdad, que finalmente sigue manteniendo a las mujeres en un plano secundario, es un asunto del modelo de pensamiento, de la forma como aprehendemos el mundo. Es cierto que ahora consideramos que el sentido de lo humano es una combinación equilibrada de raciocinio y emotividad (unos hablan de inteligencia emocional), pero aún falta mucho por hacer. Requerimos un desarrollo epistemológico que nos permita (a los seres humanos) alcanzar niveles de comprensión sobre la dinámica yo-tú entre hombres y mujeres, diferentes de las relaciones que impone el sistema económico.

El cambio de paradigma en la forma de pensamiento requiere acciones más allá de la imposición de leyes (que hoy son necesarias), mediante investigaciones rigurosas y procesos educativos que nos muestren el valor de la mujer y de una masculinidad no machista, que nos muestren el camino del buen trato en la convivencia cotidiana. En este propósito, los santandereanos (cultura machista ejemplar en Colombia) tenemos la fortuna de contar con el programa 'Lente de Género', que realiza la Gobernación de Santander con la Fundación Mujer y Futuro y la Universidad Autónoma de Bucaramanga. Es una iniciativa que requiere todo el apoyo de la sociedad santandereana, y ojalá otras iniciativas, como las redes del Buen Trato, se pudieran vincular a este propósito, a ver si un día la relación entre hombres y mujeres es realmente la representación de la complementariedad.

LA PLATA O LA VIDA

Qué es más importante: ¿la plata o la vida? Sin duda la gran mayoría de personas no dudarían en responder que la vida. ¿Pero cuál vida, la de uno, o la vida en general, o de manera particular, la vida humana? Varios ejemplos dan cuenta de que en esta sociedad, la vida no es lo más importante, veamos:

- Los sicarios, que se ganan la vida, y sostienen a su familia, quitándole la vida a otros.
- Los políticos o funcionarios corruptos, que cobran comisiones o se roban la plata, para mejorar su calidad de vida, en detrimento de la vida de los más pobres, que se quedan sin salud, vivienda, nutrición, empleo, recreación, educación, entre otros.
- Los guerrilleros, paramilitares o narcotraficantes, que acaban con la vida de otros, para promover o defender un estilo de vida (el de ellos)
- Los asaltantes que intimidan de muerte para quedarse con un botín.
- Los asaltados que prefiere defender su botín a expensas de su propia vida.

Pero el caso más evidente esta en la propia estructura social, por ejemplo:

Alias Karina ‘la guerrillera más cruel de las Farc’, que asesinó brutalmente, secuestró, amenazó y desplazó a miles de colombianos, solo paga ocho años de cárcel; y además fue distinguida como gestora de paz, un ‘cargo’ que le permite andar libremente como Pedro por su casa. Por otro lado un vil ladrón como David Murcia Guzmán, cerebro de la pirámide DMG, acusado de lavado de activos y captación ilegal de dinero, fue sentenciado a 30 años de cárcel y será extraditado a los Estados Unidos donde, sin duda, le impondrán penas mayores.

¿Acaso el delito de Murcia es mucho mayor que el de la guerrillera? ¿Acaso la estafa es peor que quitar la vida? Pues en la lógica de una sociedad donde prima el amor al dinero por encima del amor al prójimo (aun cuando todos se llaman cristianos) la respuesta es SI. Y lo comprobamos también con las ridículas penas que les impusieron a los llamados paramilitares que, sin sonrojarse, confiesan masacres de mil o dos mil personas (claro que el país tampoco se sonroja). Aclaro, No digo que a Murcia le deban imponer una pena menor, digo que a los terroristas y asesinos les deben imponer penas mayores.

Claro que el tema no es un asunto exclusivo de los colombianos, es parte de la fiebre neoliberal que abraza el mundo. Por eso cumbres como la recién de Copenhague, dejan como conclusión que no se puede hacer nada para salvar la vida del Planeta si eso implica una disminución de ganancias para las Empresas y Estados cuyas fábricas son las que generan mayor contaminación.
Definitivamente parece ser que a la pregunta por la plata o la vida, el sentido común nos mueve hacia la vida, pero el sentido práctico nos impone la plata.

Punto Aparte: 1) Repudio a las Farc por el crimen cobarde del gobernador del Caquetá, Luis Francisco Cuellar. 2) A todos mis lectores una FELIZ NAVIDAD y Buena Vida para el 2010.

SOBRE METROLINEA

Dicen que esta próximo a inaugurarse METROLINEA, el Sistema Integrado de Transporte Masivo para los habitantes y visitantes del Área Metropolitana de Bucaramanga (AMB)

Desde que conocí este proyecto, que al igual que la mayoría de bumangueses fue cuando ya estaba aprobado y en ejecución, lo he apoyado. Siempre he pensado que este proyecto puede ayudarle a los municipios del AMB en su desarrollo territorial, en principio como eje central de la movilidad y desde allí en los ámbitos de la convivencia, la seguridad, la cultura ciudadana (en su noción más amplia), en el cuidado ambiental y en la idea de que los cuatro municipios son realmente una sola ciudad.

Por estas razones, desde el comienzo del proyecto siempre expresé la necesidad de que a la par del desarrollo de las obras debía realizarse una labor educativa e informativa, poniendo a los ciudadanos al tanto de los avances y dificultades en las obras y mostrando los beneficios que estas traerían a los diferentes grupos sociales: niños, jóvenes, mujeres, hombres, ancianos; de acuerdo al rol que desempeñan: estudiantes, amas de casa, pensionados, trabadores, comerciantes; y de acuerdo al lugar de residencia y trabajo: norte, centro, sur, oriente, occidente, Florida, Girón y Piedecuesta. La idea era que Metrolinea fuese una obra querida, amada y deseada por todos los habitantes del AMB, un pretexto para enaltecer el espíritu futurista de los santandereanos.

Sin embargo la cosa no fue así. Las obras se iniciaron y de inmediato surgieron dificultades que llevaron a ajustes en los diseños, retrasos y prorrogas, sin mucha información para un público que desesperado ha hecho sus propias apreciaciones, casi todas ellas poco amables con el Sistema y sus responsables. Dicho en otras palabras, después de cuatro años de obras, la mayoría de los ciudadanos no se sienten conectados con Metrolinea y por el contrario lo ven como un obstáculo, algo que dificulta la movilidad, que genera mayor inseguridad y provoca incertidumbre sobre la manera como será su funcionamiento.

Siendo esto así ¿Cómo es que se esta anunciando que en pocos días se inaugurará Metrolinea?, se dice que se hará el día del cumpleaños de Bucaramanga, como un regalo a la ciudad pero ¿acaso Metrolinea no se llama así justamente porque es un Sistema Metropolitano? Entonces, ¿Por qué lo determina el alcalde de Bucaramanga? y ¿Cómo aceptan esto los otros alcaldes del AMB? Ahora, si es un Sistema ¿Cómo es que va entrar a funcionar solo una parte? Entonces lo que se va a inaugurar no es el Sistema sino unas rutas, y ¿cómo se van a articular con el resto del transporte urbano?

Además de estas dudas quedan aquellas relacionadas con el uso práctico de esta nueva forma de transporte: ¿Cómo es el sistema de recaudo?, ¿Dónde se compran las tarjetas?, ¿Qué tipo de buses se van a poner en servicio? ¿Con cuales rutas? ¿Dónde están las paradas?

Ojala el afán de inaugurar obrar inconclusas para mostrar una supuesta gestión eficiente no redunde en aumento del caos vial y desmejoramiento de la calidad de vida de los bumangueses, dándole la razón a los que siempre se opusieron a esta obra.

RETRASADOS

Llegar tarde es una mala costumbre que ha llevado a que se planeen reuniones a una hora para iniciar media hora más tarde. “citemos a las ocho para iniciar a las ocho y media se dice ahora sin el menor sonrojo”. ¿Qué se esconde detrás de esta forma de actuar? y ¿qué consecuencias nos trae vivir siempre retrasados?

Quizá sea una forma de resistencia ¿a qué? Obviamente no al yugo del señor dinero pues cuando se trata de éste el tiempo nunca sobra sino que falta, hay que ver como corren los conductores de bus por la guerra del centavo. Entonces puede ser algún tipo de resistencia al acuerdo social, basado en una interpretación de las relaciones sociales como relaciones de Poder.

Toda relación social lleva implícita una relación de Poder, de manera imperceptible la mayoría de veces y evidente en otras muchas. Las personas se sienten retadas a demostrar algo a alguien o así mismos y ese algo puede ser su capacidad de incidir en el comportamiento de otros o el de generar resistencia y demostrar cierto grado de independencia por lo que acontece, todo depende del lugar que se ocupe dentro de la estructura social y/o el rol que se desempeñe.

Si un gobernante, un director o cualquier otra persona de la que dependen otras para recibir un beneficio (un médico, funcionario, pastor o docente) invita a una reunión o concede una cita y llega tarde, casi siempre su disculpa es aceptada; en caso contrario, es decir si quien llega tarde es su invitado o interlocutor, no hay excusa que valga pues finalmente es éste último quien lleva las de perder. Según esta lógica el poder se demuestra en el manejo del tiempo, lo que lleva a que en otros escenarios se valgan de esta premisa para conseguir poder; es el caso de una secretaria que maneja la agenda del jefe y siente que tiene un poder para dar o quitar tiempo.

Pero volviendo al tema, lo que desde una perspectiva puede interpretarse como una relación de poder, también puede verse como parte natural de un acuerdo social donde el compromiso de las partes en el desempeño de su rol es vital en la dinámica del desarrollo social. Si la primera cita del día comienza retrasada, todo el tiempo subsiguiente estará comprometido en procurar establecer nuevamente el equilibrio para cumplir con las reuniones y actividades programadas. En ese sentido si a una reunión de quince personas, una llega a la hora en punto y los otros a los diez, quince o treinta minutos después y se espera hasta que llegue el último -o quien hace mayoría- para iniciar, estamos castigando a quien llegó a la hora y de paso generando una dinámica social en constante retraso pues es imposible estar de primero cuando se avanza al ritmo de los últimos.

Todas las teorías y reflexiones de la administración y gerencia moderna, hasta los sermones y mensajes de la sicología popular posmoderna que transita por internet, reconocen que la puntualidad es uno de los factores generadores del desarrollo social y económico de cualquier empresa y grupo humano, y la razón es muy sencilla pues el Tiempo es uno de las coordenadas en las que se desenvuelve nuestra frágil vida humana.

Estamos llamados a ser solidarios y vivir en el marco de pequeños y constantes acuerdos sociales. Es mejor entender que mi vida se desarrolla con el otro y no contra él.

MOVIENDO IDEAS

En un país cuya cultura política ha estado definida por un alto grado de emotividad, ha estado abstraída en la tradición, anclada y condicionada a los entornos geográficos; además, diluyéndose en la carencia de postulados racionales de la mayor parte de su clase política, obedeciendo a un modelo verticaslita y excluyente de los partidos y sufriendo la indiferencia de la gran masa popular –justo aquella que todos dicen representar-, los resultados de las elecciones del pasado Domingo (consultas internas de los partidos) deben leerse como un gran paso en la dirección de un nuevo modelo de cultura política moderna, racional, argumentativa y sobre todo, de esperanza para quienes consideramos que la acción política no es ‘el arte’ de sumar votos en unas elecciones para negociar partidas burocráticas y satisfacer las necesidades personales, sino que ella es la búsqueda del bien común a través de grandes acuerdos sociales.

El triunfo del voto de opinión sobre las maquinarias en el Polo Democrático Alternativo, abre una luz de esperanza para quienes estamos convencidos (sin ser militantes de ese partido) de que la política debe hacerse a base de propuestas y razones; y que la política es el eje que moviliza aquellas ideas que aguardan la esperanza de una sociedad más justa, segura, honesta, competitiva y sostenible.

Ese triunfo, es un pequeño paso que hay que potenciar, imitar y multiplicar en los espacios que hoy le ofrecen al ciudadano la oportunidad de serlo sin vender su conciencia ni doblegar su dignidad, me refiero a la alternativa que propone Sergio Fajardo, la del hoy renovado partido verde Opción Centro con Mockus, Garzón y Peñaloza y quizá el mismo Polo que ha recibido su mandato de las urnas.

Poco a poco van quedando atrás los tiempos en que a la gente la llevaban a votar en camiones, como ganado, y que le enredaban el voto con una botella de aguardiente, sancocho y lechona. ¡Ay de aquellos políticos cuya esperanza de llegar al poder esta depositada en fiestas, fandango y comilona!; ¡Ay de quienes su único mérito es la capacidad de lagartearse un puestico, un subsidio o un mercado!; ¡Ay de quienes en prosa cantinflesca están acostumbrados a hablar sin decir nada y se la pasan diciendo lo mismo aquí y allá!; pues se quedaron atrapados en un sistema anacrónico porque ya los tiempos son otros y, aunque la cultura no se transforma de un día a otro, son evidentes las señales que muestran que en estas latitudes la razón comienza a despertar.

Ahora los colombianos en general, y los santandereanos en particular, tenemos la oportunidad de explorar, identificar y consolidar los nuevos liderazgos que emergen desde diferentes sectores y que se distinguen por su servicio, capacidad, confianza e inteligencia, para que sean puestos al servicio de la gente desde el ámbito de lo público, es decir desde la política.

Ahora la opinión comienza a tener sentido, las voces se traducen en actos y las ideas se mueven en función del bien común. Vayamos despidiéndonos de la vieja política, esa que con falsas promesas se ha aprovechado invariablemente del hambre y la ilusión de la gente; y bienvenida la política que no pide ni ofrece favores sino que actúa con conciencia y reconoce la condición humana y todo lo que implica Ser ciudadano. Sintámonos todos bienvenidos a esta nueva fase de la política colombiana.

UN PROBLEMA MAYOR

El tema de la seguridad, o mejor de la inseguridad, en las ciudades, es un asunto que cada día se hace mas visible y frente al cual no se ven acciones eficaces de las autoridades competentes, pues los casos crecen de manera exponencial.

En el pasado mes de Abril, escribí en este mismo espacio sobre este tema, a propósito de un estudio realizado por la Fundación Participar sobre delincuencia y organizaciones juveniles en Bucaramanga. De ese estudio resalto lo siguiente:

1. En Bucaramanga, durante los años 2004 a 2008 la Policía realizó un total de 21.506 capturas, que incluyen todo tipo de delitos. El 86,5% de los capturados fueron hombres y el restante 13,5% mujeres; mostrándose así, una vez más, las diferencias de género como una de las variables que más peso tienen sobre el comportamiento de la delincuencia dentro del entorno local como nacional.
2. Aunque la participación en la comisión de delitos el rango de niños 14 a 17 años es similar al de jóvenes en el rango de 18 a 16, es necesario tener en cuenta que este grupo poblacional (jóvenes) es 2,5 veces mayor que la población entre 14 a 17años.
3. Más del 70% de las capturas de los menores de 18 años están explicadas por la comisión de dos tipos de delito: tráfico, fabricación o porte de estupefacientes y hurto a personas.

Resulta muy preocupante que el centro de la delincuencia sea hoy día el tráfico de estupefacientes. Definitivamente la ‘droga’ ya no es solamente el elemento ‘dinamizador’ de la violencia armada en Colombia, sino que ahora se está volviendo el detonante de la violencia callejera y la inseguridad urbana.

En el caso de Bucaramanga, y Floridablanca por su realidad conurbada, el tema es cada día más complicado para los padres de familia que intentan educar a sus hijos de la mejor manera, pues en cualquier lugar, en el barrio, cerca del colegio, los centros comerciales, los jóvenes son agredidos, asaltados, insultados y constreñidos por los delincuentes, no pueden actuar libremente; y ahora también esa inseguridad urbana no solo se multiplica en las calles sino en los sitios de redes sociales (Facebook, MySpace, Twitter, etc) que también son aprovechadas para intimidar a sus pares (y de paso ‘asesinar’ vilmente la gramática y la ortografía).

Resulta increíble que dentro de las ciudades existan sectores por los que es imposible transitar porque son ‘territorios marcados’, lugares de un parche o pandilla con reglas propias y contrarias a las normas de convivencia y el manual de policía. ¿Qué está haciendo la autoridad?

El tema de la delincuencia juvenil y la participación creciente de niños en este fenómeno es hoy un problema mayor. Bucaramanga, su área metropolitana y el país en general, requieren con urgencia que se tomen medidas contra la inseguridad en las ciudades, que no es en el mismo espíritu de la llamada seguridad democrática, pues no es solamente la aplicación de la fuerza haciendo redadas y ‘echándoles la policía’ a todos los jóvenes de la ciudad, pues como ya lo he dicho y repito: el problema policivo es, ante todo, un problema de convivencia y, por lo tanto, cultural.

CORRUPCION Y DERECHOS HUMANOS

Transparencia por Colombia define la corrupción como el “abuso de posiciones de poder o de confianza, para beneficio particular en detrimento del interés colectivo,realizado a través de ofrecer o solicitar, entregar o recibir, bienes en dinero o en especie, en servicios o beneficios, a cambio de acciones, decisiones u omisiones”. En ese sentido en este país se abusa demasiado pues el pasado martes, ante el Congreso de la república, el Procurador General de la Nación informaba que hay 48 mil funcionarios públicos investigados por corrupción. Lo peor del asunto es que entre esos figuran 860 alcaldes y 30 gobernadores en ejercicio; lo que nos demuestra que definitivamente la corrupción es un cáncer que consume el tejido social y se expande rápidamente si no se detecta a tiempo.

Sin embargo en este país parece que la corrupción hace parte de la cultura política; es decir, que para muchos estar en el ámbito de lo público lleva consigo la apropiación de dineros públicos, que es algo normal y hasta deseable en el sentido de que con ese dinero se pagan las campañas, los abogados y aun les queda para soportar los días difíciles. Por su parte el ciudadano común también lo considera como algo normal, algo que él haría si estuviera en esa posición. En uno y otro caso se piensa que los dineros públicos son de nadie y por lo tanto al robarlos no se le hace daño a nadie, y aquí esta el gran error, pues los dineros públicos son de todos y apropiárselos no es solo un acto de simple ratería sino que es algo que afecta directamente la calidad de vida de las personas porque amenaza y vulnera los derechos humanos.

En visita reciente, el 9 de septiembre, día nacional de los derechos humanos, el director de la oficina anticorrupción de la Presidencia de la República, Oscar Ortiz González, le explicaba a los estudiantes de derecho de la Universidad Autónoma de Bucaramanga que la razón de ser del Estado es garantizar la vigencia de los derechos humanos y cuando los recursos de ese Estado, los recursos públicos, son sustraídos para intereses particulares, se están afectando los derechos de los ciudadanos. En ese sentido la corrupción no es solo el hurto de dinero, esta asociada a la afectación de la vida, pues cuando un funcionario publico se roba los dineros de la salud, se esta robando la posibilidad de atención, curación, medicinas y tratamiento de los pacientes, que sin duda son las personas mas pobres de este país.

Visto así, un corrupto no es un simple ladrón, podría ser también un homicida, una persona que con su actuar afecta de manera negativa la vida de las personas, justo a esas mismas que en su calidad de funcionario o servidor público esta llamado a servir, proteger y defender.

Como se ha dicho, la corrupción es un cáncer social por eso su cura esta en la sociedad, actuando a tiempo, cambiando paradigmas sobre el ejercicio de la política y la función pública. La solución no es la indiferencia, mirar a otro lado o hacerse el desentendido, pues eso la fortalece más. La solución es haciendo control social, vigilando, denunciando y sobre todo actuando en los tiempos en que se eligen a quienes tomarán la vocería por nosotros en las decisiones estructurales de la Nación; es decir, votando con conciencia. Publicado en: http://elfrente.com.co/index.php?option=com_content&view=article&id=6593:corrupcion-y-derechos-humanos&catid=43:opinion&Itemid=77

MALINCHISMO

Es curioso que cuando algún presentador, actor o cantante extranjero hace alusión a Colombia como un país de narcotraficantes, corrupción y violencia armada, enseguida se levantan voces de protesta en los foros de opinión, se hace editoriales, los medios de información les dedican cuantiosos minutos, se hacen notas de protesta y se exige respeto por la dignidad nacional. Sin embargo el cine colombiano y las telenovelas no tienen vergüenza de hacer constantemente apología al delito porque ‘esa es la realidad’ y también lo que más vende.

También somos especialistas en declararnos indignados ante una nota de noticiero en la que se maltrata a un perro, o por la muerte de pepe –el hipopótamo- o la tala de un árbol e incluso se hace un llamado a la moral, el pudor y los valores cuando se sabe de la separación o aventuras que tienen los actores de televisión entre si. Entonces también se escriben columnas de opinión, se protesta, se firman comunicados, se hacen marchas, se crean grupos en las redes sociales, se insulta públicamente y un sinnúmero de actuaciones para que quede manifiesto la inconformidad y la indignación del pueblo colombiano.

Entonces por qué el hecho de que dos congresistas estén acusados(y en la cárcel) por recibir dádivas del gobierno para aprobar la re-elección, que haya denuncias sobre el ofrecimiento de notarias para ese mismo propósito, que a un Senador de la república le haya incautado una cuantiosa suma de dinero que guardaba en su casa y que esté señalado de cobrar porcentajes por puestos y contratos, o de que el treinta por ciento de los congresistas estén en la cárcel por vínculos con los paramilitares para ganar las elecciones, son hechos que no generan ninguna protesta publica y solo se quedan en acontecimientos que sirven para un titular de última hora, la opinión de unos cuantos columnistas o en una indignación no manifiesta que solo va de la sala de televisión al comedor.

Será que hemos construido un ser moral que actúa a su conveniencia, es decir que tiene doble moral, o que expresamos nuestra rabia y frustración a través de medios no relacionados directamente con su causa (el fútbol, la vida de telenovela, el amor por el planeta) o simplemente nos hemos acostumbrado a interpretar los hechos delictivos en el ámbito de la política como algo natural de esa actividad. Parece ser que esto último es la percepción de la mayoría de colombianos, pues cada que sale una nota de esta calaña es la comidilla en los cafés y mentideros de la política, como algo que se veía venir.

Es lamentable que una sociedad que construye su democracia a pulso, a punta de dejar muertos por la intolerancia política y la exclusión social, sea conducida por personas inescrupulososas a las que no les basta hacer alianzas con grupos mafiosos para constreñir el voto ciudadano, sino que además se roban el dinero de los contribuyentes y que en puro malinchismo traicionan a quienes dicen representar. Estas personas no pueden robarnos la confianza y la esperanza de que la justicia haga justicia y que en el futuro próximo este país se gobierne con gente buena de valores democráticos.

HACIA LA MADUREZ POLITICA

Al conmemorar veinte años de la muerte de Luis Carlos Galán, el mismo año en que la Constitución Política llega a su mayoría de edad, vale la pena hacer algunas reflexiones en torno al proceso de maduración política que hemos tenido que sobrellevar los colombianos del común, envueltos en una histórica mezcla entre la acción política y la violencia armada. ¿Por cuánto tiempo más podremos seguir siendo indiferentes y pensar que lo que pasa en el país político no tiene nada que ver con esta especie de locura colectiva que tiene a la mayoría de colombianos viviendo en los linderos de la pobreza y la miseria?

Los jóvenes que hoy tienen 20 años, nacieron en una sociedad que se abre paso en medio de una violencia armada sin ideales y permeada del narcotráfico; la generación de colombianos que estamos alrededor de los 40 años hace veinte sufrimos la guerra sucia de los sicarios pagados por aquella terrible alianza entre narcotraficantes y paramilitares de un lado y de un gran número de grupos insurgentes por otro; la generación que hoy vive alrededor de los 70 años, les toco sufrir la violencia –partidista- demencial de los años cincuenta. Esta generación observó como su clase política puso fin a la confrontación mediante un pacto para alternarse el poder entre liberales y conservadores, dejando una parte de colombianos al margen de esa decisión, lo que propició la transformación de la violencia partidista en guerra de guerrillas que –después de muchos muertos- propició un nuevo pacto social que se concretó en la Constitución Política de 1991; sin embargo la gran preocupación de Galán, de que las mafias del narcotráfico y el paramilitarismo permearan la clase política es hoy una realidad tan evidente que hay un buen número congresistas en la cárcel por esa razón y muchos otros funcionarios públicos y políticos señalados, investigados y enjuiciados.

Entonces, ¿qué nos queda por hacer hoy? ¿De qué manera es posible que la generación que se hizo madura con las ideas de Galán y la que creció como semillas entre espinas, no nos dejemos ahogar por la politiquería y le apostemos a la transformación de la política colombiana, rompiendo el círculo del clientelismo y de las alianzas del narco-paramilitarismo y de la narco-guerrilla con algunos sectores de la clase política?

Tal vez, si todos aquellos que salimos a marchar el 4 de febrero de 2007, rechazando el secuestro, a las Farc y a la violencia armada en general, hiciéramos lo mismo en las elecciones del próximo año, alzando nuestra voz y castigando con a voto limpio a aquellos que se dicen representantes del pueblo pero que en el congreso nunca hablan, nunca proponen y solo se dejan ver en tiempos electorales (regalando lechonas y aguardiente) y premiando a los que hacen un buen trabajo y eligiendo a personas capaces y responsables.

Recuerdo que antes -y también después- de la marcha del 4-F muchos se preguntaban si eso servía de algo, y creo que la respuesta es SI. Estamos llamados a hacer de esas voces una acción política concreta en el acto de votar. De esta manera estaremos dando muestras de madurez política y así las muertes de Gaitán, Galán, Pizarro, Jaramillo y tantos otros sacrificados por su sintonía con el pueblo y su sentido de la acción política responsable, no habrá sido en balde, sino que recobrarían mucho sentido y, sin duda, nos llenaría de mucho orgullo saber que con nuestra decisión forjamos el futuro que nos merecemos y heredaremos a nuestros hijos.

REPRESENTACION POLÍTICA

¿Quienes son las personas que a nombre de todos los ciudadanos toman decisiones, o dejan de tomarlas, incidiendo en el curso del desarrollo de una comunidad, grupo social, ciudad o región?

¿Saben la mayoría de ciudadanos que aunque no les guste la política y no se quieran meter con ella, la política si se mete con ellos, desde el primer tinto de la mañana? Que la política nos afecta a todos y que la responsabilidad por tener buenos o malos políticos es de cada uno de nosotros, cuando DECIDIMOS no Votar o hacerlo a cambio de un favor personal o, lo que es peor, por hacerle el favor a un tercero? Acaso la naturaleza nos dotó de inteligencia y entendimiento para que la desechemos en un momento crucial de nuestras vidas –como es la acción de votar- donde se pone a prueba el libre albedrío y en cambio nos dejemos llevar por el instinto?

De otro lado, ¿Saben los servidores públicos para qué fueron elegidos? Acaso ¿creen que se les ha escogido para asistir a cócteles o recibir homenajes y adulaciones? Acaso creen que su labor esta circunscrita a conseguir unos cupos, subsidios, bonos o recomendaciones para los pocos ‘lideres’ que en campaña les recogieron votos al son de rancheras, vallenatos y lechonas?

Si los políticos quieren que la gente hable bien de ellos deben hacer visible su trabajo y para eso no hay excusa en el mundo de hoy donde el desarrollo tecnológico va mas allá de una emisora radial, un canal de televisión o una página de periódico impreso, permitiéndonos expresar ideas o exponer imágenes en una amplia red de contactos, amigos y miles de ciudadanos con capacidad de habla – escucha y discernimiento.

Si a las personas les fastidian los políticos deberían informarse de lo que hacen, cómo lo hacen, dónde lo hacen y para quién lo hacen. Antes de emitir juicios deberíamos preguntarnos ¿Cuál es el grado de responsabilidad que me cabe en lo que está pasando? ¿Cómo he contribuido a crear esta situación?

La política requiere de ciudadanos que se enamoren de la acción política para que seamos exigentes con quienes resultan elegidos, dialoguemos con ellos, pidamos cuentas y concertemos agendas para el Desarrollo.

Los ciudadanos necesitamos políticos enamorados de su ciudad o región, con un gran sentido del bienestar general y con un alto grado de responsabilidad social.

Al cumplir la Constitución Política 18 años y –simbólicamente- llegar a su mayoría de edad, los ciudadanos, y en especial las nuevas generaciones, no podemos ser inferiores al reto que nos plantea la democracia participativa y el Estado Social de Derecho, pues de la manera como lo afrontemos, estaremos REPRESENTADOS en los escenarios donde se deciden los asuntos de interés general.

ESPIRITU DEL HÉROE LATINOAMERICANO

Muchos actos incomprensibles a la luz de la racionalidad pura nos sorprenden cada día en ésta cultura híbrida latinoamericana, pero quizá el más patético sea el de creerse imprescindible para el destino de los pueblos o de una comunidad; agrandar sus logros para fungir como héroes ante aquel ciudadano común cuyos sueños y esperanzas no se cansan de defraudar.

El presidente –de Honduras- pretendía realizar una consulta popular para reformar la constitución y procurar su re-elección, pero el tribunal supremo electoral rechazó la iniciativa; el presidente continuó con su empeño acudiendo a la figura de una encuesta, pero las fuerzas armadas lo depusieron y expulsaron del país en cumplimiento de una orden judicial avalada por el Congreso. De inmediato la comunidad internacional, (Estados Unidos, la Unión Europea, la ONU, el Grupo de Río, los países del ALBA y los centroamericanos) exigieron su restitución en la presidencia hondureña. Hoy este terrateniente elegido por la centro-derecha, convertido a la izquierda por conveniencia, resulta ser el paladín de la democracia latinoamericana.

El presidente –de Colombia- nunca ha dicho que si o no, en el tema de la segunda re-elección. Su círculo cercano dijo que él no quería pero ellos si, entonces impulsaron la recolección de firmas para promover un referendo para una nueva re-elección. El país paralizado, ve pasar la crisis económica, la gripa A1 y el calentamiento global, pero en el congreso solo tiene eco la re-elección. Al final gremios, iglesia, líderes políticos, sociales, nacionales e internacionales le pidieron que no, parece que al final el presidente desistirá en su empeño y en la memoria colectiva quedará el recuerdo de un hombre sabio y prudente que a tiempo supo cuando se debía retirar y nunca quiso perpetuarse en el poder.

El rector de la Universidad se quiso re-elegir, pero a algunos miembros de la comunidad educativa no les sonó la idea. Le sacaron una grabación de un diálogo con un presunto paramilitar para enlodar su imagen, pero eso lo fortaleció más. El Consejo Superior lo nombró para un nuevo período sin el voto del Presidente de dicho Consejo y el de los estudiantes. Ahora el rector esta re-elegido, pero la Universidad esta paralizada, los estudiantes ya han perdido un semestre y se presume y que la normalidad académica no esta a la vuelta de la esquina.

Al final tenemos los líderes que quizá nos merecemos. El pueblo los ama entrañablemente porque reflejan el espíritu del auténtico héroe latinoamericano: simple, teatral, cómico, algo chambón y torpe, sumiso con el de arriba y envalentonado con los de abajo, con una mezcla de ingenuidad y audacia, a quien las cosas se le dan ‘sin querer queriendo’ aunque según ellos todo estaba ‘fríamente calculado’ simplemente porque los demás ‘no contaban con su astucia’.

LA CIUDAD QUE QUEREMOS

Me dice un amigo que le gustaría caminar en las mañanas, con su perro, y poder botar sus desechos en alguna caneca de basura; pero a pesar de que camina cuadras y cuadras, no encuentra una. El cree que por eso muchos prefieren dejar la suciedad de su perro en el camino y botar las bolsas de caramelos y pasabocas entre el monte, que a su vez es aprovechado por delincuentes para ocultarse y agredir algún transeúnte. Todo esto ocurre en el barrio la Floresta, en los alrededores del parque la Flora, donde además -dentro de él- han atracado a varias personas, a pesar de que en una de sus esquinas hay un CAI. Claro, mi amigo sabe que eso también pasa en otros barrios y lugares más transitados de la ciudad.

Me dice una amiga que le gustaría caminar por los andenes sin temor a pisar algún mendigo, a no tropezar con algún desplazado que con esposa e hijos pide la caridad de los transeúntes, o de no ser atropellada por algún carro o moto cuando tiene que bajarse del andén para esquivar algún vendedor ambulante. Todo esto pasa cada vez que va al centro y debe caminar por la calle 36 o cualquier carrera desde la 10 hasta la 27, eso para no hablar de Quebrada seca y otros sectores de la ciudad.

Me dice mi amigo que le encantaría cruzar tranquilo por la cebras, si las hubiera, y si los conductores de buses, taxis, motos y carros particulares supieran que ese espacio es para el peatón. Mi amigo también quisiera subirse en bus sin arriesgar la vida, porque la bahía se ha vuelto un parqueadero de motos o porque los conductores paran en todas partes menos en el paradero señalado.

Me dice mi amiga que también quisiera que cuando sus amigos de otras ciudades o países vengan a visitarla y le pregunten por qué a Bucaramanga le dicen –aun- “la ciudad de los parques” o “la ciudad bonita”, no tenga que hacer malabares argumentativos para decir que esa fue una época pero que las cosas han cambiado, etc. Dice que les gustaría llevarlos a algún parque que este en buenas condiciones y no con las losas rotas, lleno de mendigos, desplazados, con malos olores y estética deplorable.

Amigos y amigas quisieran que Metrolínea empiece a funcionar en el tiempo que han señalado, pero les da algo de temor al observar que aun no se desarrollan programas de formación ciudadana para que las personas comprendan que es necesario comenzar a generar nuevos hábitos en la forma de relacionarse con la ciudad y con sus conciudadanos para lograr una verdadera convivencia ciudadana.

Yo también quisiera una ciudad en la que su dinámica social fuera paralela a su dinámica urbanista. Es decir, con un teatro pero con gente amante de las artes; con puentes y corredores viales con conductores que respetan las señales de tránsito y a los peatones; motociclistas que transitan con alguna regulación y no en el zig-zag permanente que provocan tantos accidentes; una ciudad con espíritu empresarial pero con responsabilidad social; una ciudad para la gente y no para los carros; en ultimas, una ciudad vista como espacio para la Convivencia Humana y no como una sumatoria de casas, edificios y calles. Eso les digo a mi amigo y a mi amiga.