COLOR ESPERANZA

ALVARO VECINO PICO
alvaro.vecino@gmail.com

Durante los años en que he estado vinculado a procesos de formación ciudadana, promoviendo la participación, la convivencia y el control social a la gestión pública, me queda claro que todos los ciudadanos quieren que los recursos públicos se inviertan de manera eficiente y transparente en las obras y programas que son para su beneficio; pero también queda claro que la mayoría acepta, con resignación, que en el proceso de contratación siempre hay una “mordida” para algún funcionario o el intermediario que hizo posible el contrato.

La tolerancia o indiferencia con la corrupción ha sido una constante en la cultura política de los colombianos, pues pareciera que esto es un mal que tiene contaminado toda la estructura social, que se ha desbordado del ámbito de lo público hacia sectores de la economía privada y las relaciones sociales en general, expresado en lo que llaman la ‘cultura del atajo’.

En este panorama la lucha contra la corrupción ha sido un esfuerzo infructuoso, un caballo de batalla que ‘no vende’, una situación que hay que ‘dejar así’. Por esta razón muchos ciudadanos y especialmente los jóvenes no creen en la Política a la que consideran un escenario de negociaciones oscuras y a los políticos como mercaderes de puestos y contratos.

Sin embargo, la puesta en escena de una propuesta basada en la legalidad y la idea de que los recursos públicos son sagrados, ha sido un llamado a la puerta de la sensatez, una invitación a la reflexión sobre una forma de hacer política de manera franca, directa y sin maquinarias, que en pocos días ha crecido de manera exponencial.

Hoy, la idea de un gobierno eficiente, que dé garantías de transparencia en la contratación pública y de rectitud en el comportamiento de sus funcionarios, ha despertado la ilusión de millones de jóvenes y el inconformismo de los mayores quienes durante toda su vida han sido engañados y defraudados en cada proceso electoral.

Hoy Colombia reverdece, nuevos pastos crecen en el jardín de la política y el ciudadano empoderado hará las veces de jardinero: cortando la maleza para que surja la nueva flor.