ENTRE APORIAS Y ALTERNATIVAS

Lo que inicialmente era un camino recto y despejado hacia el desarrollo poco a poco ha terminado por convertirse en una serie de vericuetos hasta quedar en algo más parecido a un laberinto de contradicciones y sin salidas.

En medio del caos que dejaron los grises años de negociación en el caguan, que dejaron una guerrilla fortalecida, unos grupos paramilitares consolidados y un narcotráfico en auge, el país quiso aferrarse a una esperanza envuelta en un discurso duro, directo e intimidador, y el país comenzó a cambiar, más en percepción que en la realidad, pero la mayoría estaba complacida tanto que decidieron –sin chistar- cambiar la norma y las reglas de juego para que el nuevo mandatario pudiera terminar su tarea pues un período era algo muy corto y se requería otro para culminar.

Sin embargo, ahora que comienza a terminarse el tiempo de este segundo período hay quienes se empecinan en que es necesario un período más, pero el país ya muestra fatiga y cansancio de un discurso que por más que intenta resaltar sus bondades no puede tapar la realidad que lo empaña. Hoy se reconoce la disminución del secuestro aunque aun quedan más de mil secuestrados; los duros golpes a la guerrilla de las FARC que la han diezmado, aunque no aun no se da su derrota definitiva; una fuerte lucha contra el narcotráfico, aunque los cultivos de coca se han propagado por todo el país; se terminaron los retenes de las guerrillas en las carreteras, aunque los proyectos viales han fracasado; el encarcelamiento y extradición de narco-paramilitares, aunque de allí han surgido nuevos grupos o bandas criminales; un presidente que trabaja, trabaja y trabaja; aunque el desempleo sigue en aumento.

Aquella esperanza de desterrar la corrupción y la politiquería, es solo un recuerdo que alimenta los chistes de salón, pues nunca antes el país había tenido tantos congresistas en la cárcel sindicados de hacer política con el apoyo de grupos paramilitares; ex-funcionarios del gobierno vinculados con grupos mafiosos; la promesa de la meritocracia solo ha sido un juego de palabras pues los cargos en embajadas y consulados son para los amigos o hijos de los amigos del gobierno; y otras tantas cosas, como el incremento del desplazamiento forzado o las chuzadas del DAS, han generado una paradoja nacional que se mueve entre seguir en lo mismo a costa de acabar con la divergencia; cambiar algo para que todo siga igual, o cambiar verdaderamente hacia una opción democrática virando al centro del espectro político nacional.

Ahora es claro que el discurso semanal contra un enemigo común, pretendiendo hacernos olvidar de los otros ámbitos donde se desarrolla el ser social, ya no llena las expectativas de las mayorías, sino que se erige por si mismo como señal para el relevo, no de sujetos sino de modelo. Por eso aquellos que decidieron prescindir de si mismos para imitar en gestos y posturas a un ídolo pasajero; o aquellos que siguieron la estrategia del ciclista para mostrarse después como alternativa de una realidad que ellos mismo provocaron, pagarán su falta de originalidad y de coherencia, con la indiferencia de un ciudadano que ha madurado y sabrá escoger entre quienes han sido coherentes y consistentes en una apuesta por el país que se requiere en estos tiempos de globalización, crisis económica, sostenibilidad ecológica y respeto por los derechos humanos.

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