NO ES UN ‘REALITY’

La reciente publicación sobre su experiencia como secuestrados, de los tres norteamericanos que sufrieron ese tormento, ha despertado el morbo y la curiosidad de millones de personas en Colombia y el mundo entero, por algunas traducciones del texto fuera de su contexto.

Los que saben de lecto-escritura dicen que todo texto tiene un contexto, es decir unas circunstancias y situaciones que rodean al texto - y de paso aclaro que texto no es solo lo que esta escrito sino todo aquello que se puede leer, es decir cualquier situación de la vida humana o cualquier cosa a la que se le otorga sentido.

La lectura del cautiverio por parte de quienes vivieron la experiencia no es la misma que hace aquel que se entera de ello por una referencia noticiosa, un rumor o una novela. Incluso para quienes sufren la misma experiencia, ella misma puede tener interpretaciones diferentes de acuerdo con su propia historia de vida. Algo similar ocurre cuando se lee una novela; el sentido de las situaciones, los personajes y relaciones que se expresan en el texto tienen una significación diferente para quien la escribió y otra para cada lector dependiendo de la cultura y algunos aspectos de su propia biografía. Recordemos que el orden del mundo es una expresión de la manera como funciona nuestro cerebro y no al contrario, y que aquello que llamamos “el mundo” es en realidad una ‘representación’ del mundo.

Teniendo en cuenta que los secuestrados son personas a quienes se les ha privado, de manera violenta, de su libertad y que este solo hecho genera reacciones emocionales y sicológicas diferentes en cada uno y si adicionalmente agregamos a esta situación traumática la obligación de compartir su cautiverio con otras personas, con quienes no se tiene nada en común más que esa desdichada suerte, y además estan obligados a permanecer en un ambiente geográficamente difícil, húmedo, caluroso, lleno de bichos, sin comida, en medio de animales peligrosos, con la sensación de una muerte inminente por algún bombardeo y un entorno social altamente hostil, rodeado de personajes que permanentemente los amenazan, les apuntan con fusiles, los encadenan y les hacen vivir una vida peor que la de cualquier mascota urbana, resulta un deber y un imperativo moral para los colombianos comprender esta situación, antes de hacer juicios de valor sobre cualquier comportamiento, pues el secuestro no es un Reality Show.

En un ‘reality’ las personas conocen de antemano los riesgos y las situaciones a las que se someten y se vinculan libremente, es una opción. La vida cotidiana de los participantes es monitoreada las 24 horas para un público curioso de la intimidad de los otros, los protagonistas son sometidos a pruebas y situaciones inverosímiles con el fin de provocar emociones que generen conflictos en la convivencia y, en consecuencia, aumentar el ‘rating’, pues su finalidad es solo comercial.

Pero el secuestro es una tragedia para quien lo sufre y un drama para sus familiares y amigos, y sin embargo los medios de comunicación se aprovechan de la disposición al morbo y la doble moral de muchas personas, haciendo el papel de aquellas señoras rezanderas que critican a la prostituta que, en medio de su dolor, acude a la iglesia buscando reconciliación y que solo encuentra su discriminación.

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