NO ES ASUNTO PARA LEGOS

Para quienes tenemos la profunda convicción de que las cosas en Bucaramanga y su área metropolitana pueden mejorar, cada vez que escuchamos hablar sobre la posibilidad de desarrollar un programa de cultura ciudadana serio, coherente, metódico y sistemático, nos emocionamos con hacer realidad esa idea de que el desarrollo socio-cultural camine de la mano con el crecimiento económico y urbano en que se suelen empeñar nuestros gobernantes.

Sin embargo, también estamos acostumbrados a sentirnos desoídos y en consecuencia defraudados al seguir constatando que los temas que competen, de manera específica, al desarrollo social tienen poco espacio y poco peso en la visión de corto plazo de nuestros mandatarios locales; por eso la cultura ciudadana se ha dejado como un asunto de legos, personas sin conocimiento del tema y que guiados por el sentido común lo único que se les ocurre es recurrir a los lugares comunes, poner mimos y payasos en el espacio público, hacer burdas representaciones sobre las consecuencias del consumo de alcohol mientras se conduce o pintar fachadas de casas y escuelas.

Un buen programa de Cultura Ciudadana requiere una investigación previa, una caracterización de nuestros actores locales, pues el ciudadano de Bucaramanga no es el mismo de Bogotá o Medellín; ni siquiera quienes vivimos en la misma ciudad poseemos idénticas características socio-culturales. La ciudad tiene sectores que se diferencian entre si por las actividades que allí se desarrollan: no es lo mismo el sector comercial de la quebrada seca entre carreras 12 hasta la 17 –y sus habituales usuarios- que los centros comerciales de cabecera, por citar un ejemplo. Tampoco los espacios tienen usos homogéneos, pues estos varían según la hora y los actores que por allí circulan: una cosa son los parques en la mañana con vendedores y lustrabotas; otra por la tarde con pensionados y palomas; otra por la noche con prostitutas y habitantes de la calle.

Ya no es posible seguir ejecutando ‘proyecticos’ de cultura ciudadana, fragmentados y dispersos, basados en el viejo paradigma educativo que se centraba en la enseñanza e ignoraba al sujeto que aprende. Según ese viejo paradigma, desterrado de los centros educativos desde hace tiempo, si lo que se enseña es lo correcto y se usa el método adecuado y - aun así- la persona no aprende es porque es Bruto; y es así como se han venido justificando los fracasos en esta materia: calificando de ‘bruto’ al inocente ciudadano que requiere de formación.

Por el estado en que estamos y con la puesta en marcha de Metrolínea, Bucaramanga y el área metropolitana requieren urgente un programa de Cultura Ciudadana serio y coherente, basado en el reconocimiento del ciudadano según su condición y rol: niños, jóvenes, estudiantes, trabajadores, amas de casa, pensionados, comerciantes –formales e informales- funcionarios, agentes de policía, habitantes de la calle; y según sus características: dónde vive, cómo vive, cómo aprende, como incide su comportamiento en la convivencia global, etc. Para ello se necesitan estrategias definidas según el público, pero por sobre todo, una visión de mediano y largo plazo en la idea del Desarrollo de nuestra ciudad y región.

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