‘SINAPSIS’ PARA EL DESARROLLO

El trabajo con las Organizaciones sociales tiene mucho de gratificante pero también genera algo de frustración.

Gratificación por el sinnúmero de buenas ideas que se generan procurando, por medio de proyectos, ayudar a las personas a llevar una vida mejor en casi todos los ámbitos de la vida humana: el arte, lo ambiental, la economía, la espiritualidad, la educación, la salud, etc; y que inciden sobre grupos específicos: niños, jóvenes, adultos, ancianos, mujeres, hombres, campesinos, estudiantes, etc., teniendo en cuenta sus necesidades y características particulares. La frustración se da porque los recursos de las ONG son limitados y su incidencia política muy precaria, en consecuencia los proyectos quedan truncados, no hay continuidad y en poco tiempo se ‘pierden’ los esfuerzos que mucha gente ha invertido durante muchos años.

Por otro lado están las empresas, gremios y sectores de la academia, quienes también producen grandes reflexiones en torno al desarrollo y plantean propuestas para aumentar la productividad, mejorar la competitividad y consolidar los mercados. Es una visión del Desarrollo que privilegia el crecimiento económico, basado en la lógica de que el aumento en la producción y la expansión de mercados lleva consigo el aumento en el empleo, lo que se traduce en incremento del ingreso y en consecuencia mejoramiento de la calidad de vida. Este Horizonte del desarrollo –muchas veces- no permite ver los que reclaman las organizaciones sociales: mayores oportunidades, justicia social, protección de los derechos humanos, protección del medio ambiente, etc.

Aunque los gremios, empresarios y academia tienen mayor incidencia política, muchas veces sus buenos oficios por un desarrollo sostenible y la responsabilidad social, se truncan y no trascienden la etapa de formulación de planes y proyectos, por la falta de voluntad política y el interés inmediatista de nuestros gobernantes. Es por eso que quienes acceden a cargos públicos y tienen el Poder de tomar decisiones que inciden en la calidad de vida de las personas, y en consecuencia en el Desarrollo de una ciudad o región, tienen mayor responsabilidad social.

Sin embargo, la mayoría de estos personajes actúan en la lógica del reparto burocrático y el pago de favores que los lleva a ignorar el sinnúmero de propuestas que surgen desde los otros sectores: organizaciones sociales, academia y gremios. Esto se hace evidente en el hecho de que quien gobierna no sigue un plan de Desarrollo sino una lista de proyectos – dispersos y fraccionados- para cumplir promesas de campaña; proyectos que no se diseñan como solución de un problema sino en función de un presupuesto y de un grupo de personas a quienes se les debe asignar.

Si queremos un Desarrollo integral, donde haya un equilibrio entre el crecimiento económico, el mejoramiento de la calidad de vida, el respeto por los derechos humanos y el cuidado de la naturaleza, se debe procurar una ‘sinapsis’ entre los diferentes sectores que lo impulsan: empresarios, academia, organizaciones sociales y necesariamente el gobierno, para que las ideas no se conviertan en simples pompas de jabón sino que se concreten en políticas publicas que beneficien a todos y satisfagan el interés general.

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