POR LA EQUIDAD

Publicado en El Tiempo

La noticia sobre un empresario que asesinó a su esposa por "celos" puso nuevamente en el panorama noticioso esta triste realidad de la violencia contra las mujeres. Un hecho común, pero invisible, que solo sale a luz pública de cuando en cuando, especialmente cuando la víctima es una mujer de los llamados estratos altos de la sociedad. Sin embargo, este es el pan de cada día de millones de mujeres en la geografía nacional.

¿Qué hacer para superar esta forma de violencia que de manera anónima nos empobrece, frena nuestro desarrollo como seres humanos y deja en evidencia a los hombres como seres de una especie primitiva, incapaces de desarrollar acciones o de hacer uso del lenguaje (pues en ambos casos se necesita la razón), y que solo tienen comportamientos (reacciones a algún estímulo interno o externo) en función de los instintos más primitivos, que son aprovechados por los abogados para demostrar algún tipo de desorden mental (en parte cierto)? Sin embargo, esta no debe ser una disculpa para no aplicarles la ley sino, por el contario, debe ser el principal argumento; pues lo que la ley debe sancionarles a estos individuos es su incapacidad de hacer uso de la inteligencia, de la cual la naturaleza los ha dotado.

Durante mucho tiempo se pensó que lo humano era simplemente la subordinación de las emociones al imperio de la razón (y específicamente de una racionalidad técnica-instrumental), lo que en la perspectiva del machismo se tradujo en la demostración de la fuerza y la supresión de emociones y sentimientos; lo que tradujo esta situación a que, en su trato con la mujer, el hombre estableciera una relación de poder donde él se quedaba con el rol de sujeto dominante. Además, la cultura y el sistema económico contribuyeron a fortalecer estos modelos al exaltar la figura masculina como gran proveedor del hogar, padre ausente y castigador, bastión del sistema económico social; y a la mujer, como apéndice del hombre, primera en la escala de subordinados.

Por fortuna, las cosas han ido cambiado, poco a poco, las mujeres ganan espacio en muchas esferas, otrora exclusivas para el género masculino (sabemos que la estructura social es un producto de la cultura, no de la naturaleza). Pero la desigualdad, que finalmente sigue manteniendo a las mujeres en un plano secundario, es un asunto del modelo de pensamiento, de la forma como aprehendemos el mundo. Es cierto que ahora consideramos que el sentido de lo humano es una combinación equilibrada de raciocinio y emotividad (unos hablan de inteligencia emocional), pero aún falta mucho por hacer. Requerimos un desarrollo epistemológico que nos permita (a los seres humanos) alcanzar niveles de comprensión sobre la dinámica yo-tú entre hombres y mujeres, diferentes de las relaciones que impone el sistema económico.

El cambio de paradigma en la forma de pensamiento requiere acciones más allá de la imposición de leyes (que hoy son necesarias), mediante investigaciones rigurosas y procesos educativos que nos muestren el valor de la mujer y de una masculinidad no machista, que nos muestren el camino del buen trato en la convivencia cotidiana. En este propósito, los santandereanos (cultura machista ejemplar en Colombia) tenemos la fortuna de contar con el programa 'Lente de Género', que realiza la Gobernación de Santander con la Fundación Mujer y Futuro y la Universidad Autónoma de Bucaramanga. Es una iniciativa que requiere todo el apoyo de la sociedad santandereana, y ojalá otras iniciativas, como las redes del Buen Trato, se pudieran vincular a este propósito, a ver si un día la relación entre hombres y mujeres es realmente la representación de la complementariedad.