EVOLUCION COLOMBIA

¿Cómo desarrollamos una agenda común de temas fundamentales para el país? Esta pregunta abre las puertas, de las posibilidades y oportunidades, para que los ciudadanos de todas las vertientes ideológicas, actividades económicas y sociales, convengamos en acciones consensuadas para construir un futuro más próspero, pacífico y equitativo para todos los colombianos.

La idea promovida por un grupo de líderes sociales, empresariales y académicos se ha denominado: “Evolución Colombia, Un Horizonte Compartido”. Una iniciativa que nos invita a construir nuevas formas de observar lo que está ocurriendo en Colombia y el rol propio de los diferentes actores en esta realidad; a desarrollar nuevas relaciones de confianza y cooperación entre personas y sectores sociales, económicos, políticos y culturales; y desarrollar nuevas capacidades en el país para definir estrategias y acciones colectivas que permitan cambios duraderos y sostenibles en las situaciones complejas que afrontamos.

El reto está en tener la capacidad de poner entre paréntesis lo que hasta hoy han sido nuestras posturas y paradigmas, como diría Husserl –suspender el juicio- y ver las cosas tal como se nos dan; obligarnos a ver la misma cosa desde la perspectiva del otro y de los otros (repito sin hacer juicios) y tratar de comprender su postura, confrontándola con la propia. Esta dinámica nos pone en la cima de nuestra interpretación y nos amplia el horizonte de nuestra mirada, permitiéndonos una reinterpretación de esa realidad, descubriendo nuevas cosas que nos posibilitan una re-creación del mundo que tenemos hacia lo que queremos.

En estos momentos, en que el agotamiento por las acciones dispersas en distintos sectores frente a un mismo tema, viene reclamando la necesidad de actuar en conjunto con un propósito común –de quienes hacen parte de un mismo gremio o actividad económica, social o cultural- esta iniciativa cae muy bien. Sin embargo ¿Qué nos asegura que esto no terminará en un documento más con buenas intenciones de cambio? o ¿para qué una agenda más si ya tenemos muchas? Son preguntas apenas obvias en una sociedad que pasa permanentemente por el desencanto de sus ilusiones y en donde la desconfianza e indiferencia se han vuelto parte de nuestra forma de ser.

Con respecto a la primera pregunta, los promotores de esta iniciativa aseguran que no se trata de terminar en una proclama o un ‘valioso’ documento con recomendaciones y directrices. Se trata de ponernos de acuerdo en uno, dos o tres asuntos estratégicos de la región y del país, que podamos desarrollar en un tiempo definido y que muestre resultados concretos. La respuesta a la segunda pregunta esta relacionada con la primera, tenemos muchas agendas porque hemos sido incapaces de ponernos de acuerdo; somos desconfiados con ‘el otro’, con aquel que piensa e interpreta el mundo de una manera distinta a la propia.

¿Será que podemos los Santandereanos ponernos de acuerdo en una Agenda Regional Común? ¿Podremos encontrar un punto de encuentro y equilibrio entre la Competitividad y la Justicia Social?

Nota: los promotores de esta iniciativa son: El Centro de Liderazgo y Gestión; Fescol y Redepaz.

‘SINAPSIS’ PARA EL DESARROLLO

El trabajo con las Organizaciones sociales tiene mucho de gratificante pero también genera algo de frustración.

Gratificación por el sinnúmero de buenas ideas que se generan procurando, por medio de proyectos, ayudar a las personas a llevar una vida mejor en casi todos los ámbitos de la vida humana: el arte, lo ambiental, la economía, la espiritualidad, la educación, la salud, etc; y que inciden sobre grupos específicos: niños, jóvenes, adultos, ancianos, mujeres, hombres, campesinos, estudiantes, etc., teniendo en cuenta sus necesidades y características particulares. La frustración se da porque los recursos de las ONG son limitados y su incidencia política muy precaria, en consecuencia los proyectos quedan truncados, no hay continuidad y en poco tiempo se ‘pierden’ los esfuerzos que mucha gente ha invertido durante muchos años.

Por otro lado están las empresas, gremios y sectores de la academia, quienes también producen grandes reflexiones en torno al desarrollo y plantean propuestas para aumentar la productividad, mejorar la competitividad y consolidar los mercados. Es una visión del Desarrollo que privilegia el crecimiento económico, basado en la lógica de que el aumento en la producción y la expansión de mercados lleva consigo el aumento en el empleo, lo que se traduce en incremento del ingreso y en consecuencia mejoramiento de la calidad de vida. Este Horizonte del desarrollo –muchas veces- no permite ver los que reclaman las organizaciones sociales: mayores oportunidades, justicia social, protección de los derechos humanos, protección del medio ambiente, etc.

Aunque los gremios, empresarios y academia tienen mayor incidencia política, muchas veces sus buenos oficios por un desarrollo sostenible y la responsabilidad social, se truncan y no trascienden la etapa de formulación de planes y proyectos, por la falta de voluntad política y el interés inmediatista de nuestros gobernantes. Es por eso que quienes acceden a cargos públicos y tienen el Poder de tomar decisiones que inciden en la calidad de vida de las personas, y en consecuencia en el Desarrollo de una ciudad o región, tienen mayor responsabilidad social.

Sin embargo, la mayoría de estos personajes actúan en la lógica del reparto burocrático y el pago de favores que los lleva a ignorar el sinnúmero de propuestas que surgen desde los otros sectores: organizaciones sociales, academia y gremios. Esto se hace evidente en el hecho de que quien gobierna no sigue un plan de Desarrollo sino una lista de proyectos – dispersos y fraccionados- para cumplir promesas de campaña; proyectos que no se diseñan como solución de un problema sino en función de un presupuesto y de un grupo de personas a quienes se les debe asignar.

Si queremos un Desarrollo integral, donde haya un equilibrio entre el crecimiento económico, el mejoramiento de la calidad de vida, el respeto por los derechos humanos y el cuidado de la naturaleza, se debe procurar una ‘sinapsis’ entre los diferentes sectores que lo impulsan: empresarios, academia, organizaciones sociales y necesariamente el gobierno, para que las ideas no se conviertan en simples pompas de jabón sino que se concreten en políticas publicas que beneficien a todos y satisfagan el interés general.

NO ES UN ‘REALITY’

La reciente publicación sobre su experiencia como secuestrados, de los tres norteamericanos que sufrieron ese tormento, ha despertado el morbo y la curiosidad de millones de personas en Colombia y el mundo entero, por algunas traducciones del texto fuera de su contexto.

Los que saben de lecto-escritura dicen que todo texto tiene un contexto, es decir unas circunstancias y situaciones que rodean al texto - y de paso aclaro que texto no es solo lo que esta escrito sino todo aquello que se puede leer, es decir cualquier situación de la vida humana o cualquier cosa a la que se le otorga sentido.

La lectura del cautiverio por parte de quienes vivieron la experiencia no es la misma que hace aquel que se entera de ello por una referencia noticiosa, un rumor o una novela. Incluso para quienes sufren la misma experiencia, ella misma puede tener interpretaciones diferentes de acuerdo con su propia historia de vida. Algo similar ocurre cuando se lee una novela; el sentido de las situaciones, los personajes y relaciones que se expresan en el texto tienen una significación diferente para quien la escribió y otra para cada lector dependiendo de la cultura y algunos aspectos de su propia biografía. Recordemos que el orden del mundo es una expresión de la manera como funciona nuestro cerebro y no al contrario, y que aquello que llamamos “el mundo” es en realidad una ‘representación’ del mundo.

Teniendo en cuenta que los secuestrados son personas a quienes se les ha privado, de manera violenta, de su libertad y que este solo hecho genera reacciones emocionales y sicológicas diferentes en cada uno y si adicionalmente agregamos a esta situación traumática la obligación de compartir su cautiverio con otras personas, con quienes no se tiene nada en común más que esa desdichada suerte, y además estan obligados a permanecer en un ambiente geográficamente difícil, húmedo, caluroso, lleno de bichos, sin comida, en medio de animales peligrosos, con la sensación de una muerte inminente por algún bombardeo y un entorno social altamente hostil, rodeado de personajes que permanentemente los amenazan, les apuntan con fusiles, los encadenan y les hacen vivir una vida peor que la de cualquier mascota urbana, resulta un deber y un imperativo moral para los colombianos comprender esta situación, antes de hacer juicios de valor sobre cualquier comportamiento, pues el secuestro no es un Reality Show.

En un ‘reality’ las personas conocen de antemano los riesgos y las situaciones a las que se someten y se vinculan libremente, es una opción. La vida cotidiana de los participantes es monitoreada las 24 horas para un público curioso de la intimidad de los otros, los protagonistas son sometidos a pruebas y situaciones inverosímiles con el fin de provocar emociones que generen conflictos en la convivencia y, en consecuencia, aumentar el ‘rating’, pues su finalidad es solo comercial.

Pero el secuestro es una tragedia para quien lo sufre y un drama para sus familiares y amigos, y sin embargo los medios de comunicación se aprovechan de la disposición al morbo y la doble moral de muchas personas, haciendo el papel de aquellas señoras rezanderas que critican a la prostituta que, en medio de su dolor, acude a la iglesia buscando reconciliación y que solo encuentra su discriminación.